15/11/14

¿Qué hacemos con las chimeneas de Sant Adrià? zona de cruising de sant adria barcelona





La demolición de la gran térmica de Sant Adrià casi ha terminado, sólo quedan en pie las chimeneas y la gran sala de turbinas, pero todavía no hay un proyecto para el futuro | Endesa ultima ya el desmantelamiento, aunque nadie asume la conservación de lo que queda en pie | Sant Adrià, el Àrea Metropolitana y Barcelona deben empezar a debatir el futuro de este espacio


Hace algunas semanas representantes de la administración y la compañía Endesa celebraron una reunión. En este encuentro los responsables de la empresa eléctrica comunicaron que la primera fase de la demolición de la gran central térmica de Sant Adrià está a punto de terminar -quedan sólo unos meses- y que, llegados a este momento, apremian las respuestas sobre el futuro de este enorme artefacto urbano. 

Si, como se acordó, ni las tres grandes chimeneas de más de doscientos metros de altura ni la sala de turbinas pueden ser derribadas, hay que pensar ya en qué se hará con ellas y sobre todo quién se hará cargo de su mantenimiento y su seguridad mientras no se les dé una nueva utilidad.

Los vecinos y el Ayuntamiento de Sant Adrià de Besòs impulsaron en el 2008 una consulta popular para decidir el futuro de este edificio, la Sagrada Família de los obreros y un inequívoco símbolo del área metropolitana situado en el último confín de la era industrial pendiente de reciclar en su litoral. Acordaron, pese a que la participación en aquella consulta fue baja, que fuera cual fuera el futuro, había que preservar aquel paisaje.

Desde entonces -para desesperación de los amantes del patrimonio y la historia industrial- la propiedad ha evacuado millones de metros cúbicos de máquinas, hierro, acero y hormigón hasta desmantelar totalmente el edificio del que ahora sólo queda la estructura que se decidió preservar: las tres chimeneas, la gran sala de turbinas y los pantalanes de refrigeración. Ahora llega el momento de la verdad. ¿Quién paga el mantenimiento de este artefacto? ¿Cuál será su futuro? Probablemente ambas respuestas están unidas. Si el Ayuntamiento y el Àrea Metropolitana de Barcelona son capaces de dibujar un horizonte urbano para este espacio, es probable arrancar un compromiso para su mantenimiento. Si no, este paisaje puede sufrir tanto como una especie en vías de extinción.

El exalcalde de Sant Adrià, Jesús Maria Canga, involucrado en el debate sobre el futuro de esta fábrica, plantea como solución la creación de una fundación que asuma los gastos de mantenimiento. Pero la contrapartida debería ser la elaboración de un proyecto urbanístico que defina los usos del futuro de este lugar, que hoy sigue siendo todavía terreno industrial.

De hecho el Ayuntamiento de Sant Adrià, presidido ahora por Joan Callau (PSC), prevé empezar el debate público del planeamiento urbano antes de las elecciones municipales. La agencia urbanística Barcelona Regional y el propio Ayuntamiento de Barcelona han brindado su apoyo técnico para este debate que trasciende las fronteras de Sant Adrià. Esta pasada semana el responsable del urbanismo barcelonés, Antoni Vives, incluyó un boceto del proyecto de reforma de las térmicas entre los que pretende impulsar. "La ciudad a ambos lados del río (el Besòs traza al lado de las chimeneas una frontera natural) ha de ser la misma", señaló Vives. Otro asunto no menos trascendente es qué inversores pueden asumir una operación de tal calado y a cambio de qué rendimientos urbanísticos. Parece difícil creer que el futuro del edificio de las térmicas no pase por el sector público, pero ahora no está para asumir un compromiso así. A lo largo de este año ha trascendido que un grupo de inversores de nacionalidad china podían estar interesados, pero hace meses que no hay noticias de ellos 





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